• El puño en alto como un niño en el gol de Merentiel al Bayern.

• Cuando dijiste que se cura con amor.

• Que nos devolvieras el alma, la mística y la sangre en el Mundial de Clubes.

• Que nos eligieras aún enfermo para terminar tu vida en Boca.

• Que nunca polemizaras.

• La última Copa.

• Cuando gritaste como loco bajo la lluvia en la final de Millonarios dos días después de hacerte quimioterapia.

• Que terminaras tu carrera goleando a Newell’s 5-0 el mismo día que tu querido Central le ganaba a River.

• Que todos, todos, todos Miguelo, incluyendo a Newell’s y a River, pero no sólo sus instituciones, sino sus hinchas, te despidieran con tan enorme respeto y amor.

• El campeonato de la pandemia.

• Que fueras un padre para tantos jugadores de tantos clubes.

• Que supieras que a Boca no se le puede decir que no.

• Que cayeras de sorpresa al cumpleaños del nenito de Central.

• Que visitaras a los chiquitos con cáncer para darles alegría y para darte fuerza.

• El orgullo con el que contabas que en Estudiantes tenías que mostrar el boletín del colegio para que te dejaran jugar.

• Que hicieras todo y más por estar esa última vez en el Gigante de Arroyito.

• Que sintetizaras con tanta perfección lo efímero y lo eterno de cada acto humano: son momentos, son decisiones.

• Tu excepcionalidad, pues sólo un distinto atraviesa el corazón de todos en un mundo de fanáticos.

• El grito de “vamos Boca, carajo” contra Independiente en el Cilindro.

• El hincha de River que vino con la de Juanfer a dejarte flores.

• El mensaje completamente roto del Bicho Campaz.

• Que el sol bajara en el preciso instante en que te fuiste.

Las personales me las guardo.

Muchas gracias, Miguelo.

Lo que hiciste por Boca no se olvida en la vida.